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Opinión de Pedro Reina
2016-02-14 ★ Filosofía en la Enseñanza Secundaria

Casi todos los profesionales de la enseñanza secundaria en España que yo conozco opinan, como yo, que la distribución de asignaturas y sus currículos es totalmente inadecuada. Hace mucho tiempo que los políticos en España no piensan seriamente en este asunto tan importante. Las leyes educativas se suceden como una especie de partido de tenis en el que los dos partidos hegemónicos se lanzan la pelota a la peor esquina; nunca hay consenso ni se pide la opinión a los profesionales de la enseñanza. Los resultados globales son cada vez peores, los asuntos que se debaten versan sobre cuestiones secundarias y las importantes se ignoran.

Uno de los conocimientos cada vez peor tratados es el que nos invita la filosofía a explorar. Como asignatura, la Filosofía es ninguneada cada vez con más ahínco; se intenta relegar a los rincones de los cursos y parece que el objetivo último de los políticos fuera eliminar todo vestigio de pensamiento racional en la enseñanza secundaria; corrobora esta idea el tratamiento pragmático que se da a la lengua y la matemática suprimiendo sus componentes artístico y fundamental y relegándolas a meros "instrumentos". Como conocimiento, la filosofía parece percibirse como un elemento indeseable que va en contra de la monetización que se quiere ir aplicando a esta etapa educativa.

Sin embargo, la filosofía es el saber capital del que emanan los demás; nos obliga a un examen de nuestros métodos científicos y de nuestros sistemas de creencias; nos hace mirar a nuestro interior y a relacionarlo con nuestro exterior; intenta dar un sentido unitario a tantos saberes desperdigados por la maraña de asignaturas en que se ha convertido la Educación Secundaria Obligatoria.

Mi visión del tratamiento de la filosofía es diametralmente opuesto del que se está llevando a cabo actualmente. Propugno que exista una asignatura denominada simplemente Filosofía en los cuatro cursos de ESO y en los dos de Bachillerato, seis cursos en total en la etapa secundaria, que corresponde al tramo de edad de los doce a los dieciocho años. Los contenidos deberían ser decididos y consensuados por la comunidad educativa, con una voz principal a cargo de las personas que la van a impartir, que serán preferentemente licenciados, graduados o doctores en Filosofía. Ellos sabrán perfectamente cómo ir graduando los contenidos durante esos seis cursos según la psicología de cada edad: nuestros alumnos cambian muy deprisa en estos seis años y los contenidos, por tanto, también deber ir evolucionando de un curso al siguiente.

Esta materia tendría una carga horaria de entre tres y cuatro periodos lectivos semanales, ya que menos es sencillamente una broma inaceptable (ahora mismo está ocurriendo, hay asignaturas de uno o dos periodos semanales). La presencia de una asignatura de esta importancia supondría eliminar la multitud de pequeños granitos que tenemos ahora: Ética, Valores Éticos, Ciudadanía, Religión confesional, Medidas de Atención Educativa, etc. Y devolvería la importancia que tienen a saberes que se están perdiendo, como la historia de la religión cristiana, o que nunca se han atendido, como la historia de las religiones no cristianas.

Esto nos lleva a un punto importante: yo no creo que el lugar de la enseñanza religiosa confesional sea la escuela pública, pero también creo que no se puede dar la espalda al hecho religioso desde el punto de vista humano, ya que la historia nos ha enseñado lo importante que es la religión para la humanidad. Por un lado, nuestros alumnos que no cursan Religión Católica se ven privados de unos conocimientos que son fundamentales para entender correctamente la cultura europea; por otro lado, ninguno de nuestros alumnos conoce ni remotamente qué creencias religiosas sustentan otras culturas del mundo. Ambos aspectos quedarían cubiertos si la asignatura de Filosofía que propugno incluyera el epígrafe "Historia de las religiones" en algunos de sus seis cursos.

Si esta propuesta se llevara a cabo, los alumnos que decidan cursar Bachillerato entrarían en él con cuatro cursos de Filosofía en sus cerebros y podrían afrontar con un nivel académico mucho mayor no solo los otros dos cursos de Filosofía que les aguardan, sino muchas otras asignaturas, de modo que nuestros alumnos terminarían sus estudios de enseñanza secundaria mucho mejor preparados personal, científica y humanamente. Quizá esto es lo que quieren evitar nuestros políticos.

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